Contra el futuro

MÁS DE 578.000 niños perdieron la ayuda para libros de texto: es la mejor manera de hacer un daño previsible. ¿No mirarán un poco al futuro los gobernantes –o lo que sean– del presente? Atacar los frutos de la educación primera es despreciar el resto. La enseñanza es intocable salvo para mejorarla. Atentar contra el primer aprendizaje de nuestros hijos es el peor perjuicio que podemos inflingirnos a nosotros mismos hoy y a los que continúen en la España de mañana, que yo ya no veré pero que amo tanto o más –la ilusión da de vivir– que la de ahora en la que muero. Quien infrinja ese dolor casi sin quejas del presente recibirá la responsabilidad, aunque cierre a ella los ojos. El perjuicio y el delito que se hacen hoy a ciegas siempre repercutirán mañana, y con doble resentimiento. Porque al dolor que impone el Gobierno se añade el de las autonomías. En este caso, cruel y aplazado. Con él se toparán los que obraron a ciegas. Sus pequeños enemigos, si es que hay enemigos pequeños, se los han buscado ellos. Cuando crezcan los menores de ahora, habrán crecido también su insuficiente preparación y su resentimiento. La cara de España será obra de la insensatez que estamos contemplando.